Como sabéis, el tema que estamos tratando estos días es la educación y no podía dejar escapar la oportunidad de mencionar a Ana Sánchez, una de las profesoras que merece mi más sincera admiración. No sólo me enseño el complejo mundo de las matemáticas sino también a ser mejor persona. Para mí es un ejemplo a seguir porque tenía un trato muy cercano con los alumnos y en cada clase buscaba siempre despertar nuestra motivación, tarea muy difícil debido a la dificultad de esta materia. Una de las cosas que más me gustaba de ella era la predisposición a ayudarnos tanto en lo referido a su asignatura como a cualquier asuntos fuera del ámbito escolar. Asimismo, me gustaría destacar de esta profesora que siempre aprovechaba cada minuto de la clase haciéndonos trabajar al máximo para desarrollar totalmente nuestros conocimientos. Una prueba de su profesionalidad es el hecho de que, en los cuatro años en los que fuí su alumno, no faltó ni un solo día aún teniendo varias semanas la nariz rota impidiéndole respirar con naturalidad.
Espero y sé que como ella hay otros muchos profesores que se esfuerzan cada día por hacer su labor lo mejor posible, preocupándose tanto de enseñar conocimientos como de la educación del alumno. Sin embargo, también los hay, aunque en menor medida, que no tratan de mejorar día tras día y que su cercanía con el alumno es nula. Estos son los culpables de que la opinión generalizada sobre el trabajo de los educadores que tiene la sociedad sea totalmente negativa y denigrante. Por ello y para finalizar, os animo a que améis la profesión de educador ya que en parte somos los responsables del futuro de la sociedad.
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